viernes, 11 de mayo de 2018

La educación . . .

Me despido por  una maravillosa razón, por una experiencia muy vital. Tan vital como vuestros peques. Esos que me enamoraban cada día y que me hacían crecer sin medida.
La palabra GRACIAS aún cobra más sentido para mí, pues desde el inicio me ofrecisteis mucha confianza y cercanía, y me ayudasteis a sentir aún más pasión por mi trabajo, a darle más valor a la EDUCACIÓN.

He intentado buscar palabras que me permitieran describir todo lo sentido a lo largo de este curso. Y son tantas las que me vienen a la cabeza que me cuesta ordenarlas sin que  salga un "batiburrillo emocional".
Así que si me permitíis quiero mostraros una comparativa (a partir de un cuento japonés) que puede ayudarme a resumir la esencia de lo vivido este año:

Podríamos comparar la labor de la educación de los niños con lo que le ocurre a la semilla de la planta del bambú japonés. Cuando sabemos cómo se desarrolla esta planta nos damos cuenta de la gran importancia que tiene educar a los niños desde la primera infancia, desde su nacimiento.
Resulta que esta planta guarda un gran misterio, y es que, cuando se siembra una semilla de este tipo de bambú, durante los primeros seis años no se observa ningún cambio aparente, pero al llegar al séptimo año el bambú puede llegar a crecer, en tan solo seis semanas, más de treinta metros de altura. Pero,.. ¿Que sucede con el bambú desde que lo plantas hasta que brota la primera hoja? La respuesta es sencilla. Durante los primeros seis años, el bambú forma un complejo sistema de raíces que le permitirán, posteriormente, sostenerse en su crecimiento a lo largo de la vida. El bambú no crece inmediatamente por más que se riegue y se abone regularmente.

 ¿Cuánto podríamos decir que tardó realmente en crecer el bambú? ¿seis semanas? ¿o siete años y seis semanas? Sería más correcto decir que tardó siete años y seis semanas. ¿Por qué? Porque durante los primeros siete años el bambú se dedica a desarrollar y fortalecer las raíces, las cuales van a ser las que luego de estos siete años pueda crecer tanto en solamente seis semanas. Además, si en algún punto en esos primeros siete años dejamos de regarlo o cuidarlo, el bambú muere.                                                   bambu-japones
Cuando nos enfrentamos a esta tarea tan extraordinaria, la de educar, lo tenemos que hacer desde el corazón, es decir con MUCHO AMOR. Hacer las cosas con amor implica hacerlo desde el cariño, con afecto, con entusiasmo. Lo que puede suponer un esfuerzo y ser percibido como algo duro y difícil pasa a ser vivido como dulce y suave. Además, cuando las cosas la hacemos con amor suelen salir mejor, los resultados tienden a ser más óptimos.


Otro aspecto a tener en cuenta cuando educamos es que debemos contemplar al niño como un todo, de manera integral, desde una visión holística. El ser humano es la suma de tres dimensiones inseparables: emoción, pensamiento y acción; por lo tanto, cuando educamos, debemos hacerlo teniendo en cuenta estas tres dimensiones del niño.



Educar implica ayudar a SABER SER, SABER CONVIVIR, SABER APRENDER, SABER PENSAR. Cuando sembramos la semilla de la educación en los niños desde pequeños conseguimos que aprendan a conocerse a sí mismos, a aceptarse tal como son. Asumen la responsabilidad de pensar y opinar por sí mismos, a tener criterio propio. Saben que son uno, pero parte de un todo, de un mundo colectivo y social. Encuentran el aprendizaje como algo motivador, disfrutan conociendo sabiendo, investigando.



Sabiendo todo esto debemos sentirnos afortunados de poder sembrar cuantas más semillas mejor. Estar agradecidos de ser maestros de la vida y poder transmitirlo. 
Como decía Karl A. Menninger “Lo que se les da a los niños, los niños dará a la sociedad”. 
Consigamos que den lo mejor de sí mismos.




Disfrutar siempre de esa puerta abierta que
 os permite ACOMPAÑAR y VER 
a vuestros peques crecer, 
y llevad siempre esta idea que 
una compañera me hizo descubrir: 
"NO SÓLO CREZCAS, FLORECE"



GRACIAS POR REGALARME TANTA VIDA
 (La de estas plantas pero sobretodo,
la de los amigos y amigas de corazón)

8 comentarios:

  1. Realmente me dejas sin palabras con estas reflexiones llenas de sabiduría y con ellas me quedo porque siento lo mismo y me has hecho pensar lo importante que es trabajar con vocación y no de cara a la galería. Aya la conciencia de cada uno tu sigue sembrando ese optimismo que irradias. Tu positividad engancha

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    1. No sé si son reflexiones sabias, pero mientras nos hagan reflexionar . . ¡Bienvenidas sean! ;)
      Y sí, intentaremos seguir sembrando, de momento nos toca ir abonando el terreno. :)

      Gracias por formar parte de mi mundo, tanto del emocional como del profesional. Es una suerte compartir viviencias con personas como tú. No sé si la positividad engancha, pero te aseguro que se contagia, y tú lo has hecho posible. :)
      Gracias compañera, gracias amiga.

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  2. Enhorabuena por tu trabajo, me siento orgullosísima de que Unai haya podido compartir tantas horas de aprendizaje contigo. Muchísimas gracias por cada minuto de paciencia, cariño y enseñanzas compartidas con tanto amor. Ojala volvamos a encontrarnos. Disfruta de este momento en la vida en el que te encuentras. Un abrazo fortísimo.

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    1. Tienes razón, hemos compartido muchos aprendizajes, cada día era un nuevo reto, yo sí que estoy orgullosa!
      No agradezcas nada, la paciencia y el cariño son ingredientes innatos cuando se está rodeada de niñ@s, es inevitable contagiarse de ello. Así que la agradecida soy yo por disfrutarlo. ;)
      Geacias por tus buenos deseos, en ello estamos. ;) Besines.

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  3. Muchisimas gracias a ti por todo el interés que has puesto en hacer que los niños vayan avanzando, cada uno a su paso. Hemos tenido suerte de que les haya tocado una maestra con tanta ilusión y vocación. Ahora a disfrutar del merecido "descanso" antes de la nueva revolución que te espera... jeje. Besos

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    1. La suertuda soy yo, porque esa ilusión y vocación me la van regando los peques cada día, es así como funciona ésto, un vivir recíproco, un vaivén de dar y recibir, ¿Cómo no voy a sentirme afortunada?
      Y sí, te haré caso, intentaré descansar para la nueva revolución. Muchas gracias y abrazotes!

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  4. Cuando hace apenas dos meses cruzaba esa puerta por primera vez, no era consciente de todo lo que allí viviría.

    Ana, has sido, eres y serás parte esencial en mi crecimiento profesional y también personal. Gracias por ayudarme a conocer una parte de mí que ni siquiera sabía que existía, por darme la oportunidad de hacer cosas que pensaba que no podía y por hacer que ame, aún más si cabe, esta maravillosa profesión. Te deseo todo lo mejor y que sigas llenando de vida muchos corazones, como has hecho con el mío. Espero que esta profesión que nos ha unido una vez lo vuelva a hacer en el futuro. Una vez más, gracias por esta huella que dejas en mí. Un beso y un abrazo enormes.

    Un beso y un abrazo también para los peques y sus familias, irán siempre en mi corazón.

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    1. Ay Irene, yo tampoco era consciente. Llegaste en un gran momento y me acompañaste hasta el final. Sin tí no hubiéramos podido alcanzar el objetivo propuesto, y mucho menos con tanto éxito.
      Tú también formas parte de mi crecimiento profesional (ha sido muy fácil aprender con y de tí), y por supuesto del personal (tu calidad humana y tu compañerismo me han proporcionado mucho bienestar, tanto físico como emocional).

      No creo que te ayudase a encontrar una parte de tí que no sabías que existiera, creo que brillaste con luz propia y el resto vino de la mano. :)
      Yo también espero que nos volvamos a encontrar, quien sabe, igual mis peques tienen la suerte de que les llenes de vida ;), ojalá.

      Una vez más, las gracias son recíprocas. Una placer encontrarte. Besines!

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